En el caso del solsticio de verano, eran frecuentes las orgías para atraer la fertilidad de la tierra, y el fuego, para ahuyentar los malos espíritus. Antiguamente la magia y los ritos servían para apaciguar la inqiuetud ante las fuerzas de la naturaleza, aunque hoy día ya no sea necesario. El solsticio de este año no ha coincidido con aspectos remarcables, así que sólo queda desear una buena entrada de verano, que se promete caliente.
La festividad de San Juan, que bebe de antiguas creencias astronómicas y sobretodo agrícolas, se modificó y adaptó al calendario cristiano, ya que antiguamente esta fiesta no era más que la celebración del solsticio de verano. Puede que la magia esté superada en nuestros días, pero no está de más quemar lo malo, invocar lo bueno, y depurar emociones en el agua, utilizando los cuatro elementos a nuestro alcance: fuego, tierra, aire y agua.
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