FATIGA PANDÉMICA Y YA LO HARÉ


Buenas. Este mes apenas he pasado por mi blog ni para dar la bienvenida a la nueva estación, como viene siendo mi costumbre, pero hay una explicación: fatiga pandémica y el "ya lo haré".

Y no ha sido por falta de efemérides señaladas: 

  • Eclipse solar del 10 de junio
  • Cuadratura entre Saturno y Urano (14 de junio)
  • Inicio del solsticio de verano / solsticio de invierno (21 de junio)
  • Luna llena en la mágica festividad de San Juan (además, ¡era superluna!)


Sí, sí, todo esto ha sucedido en junio, y yo intentando escribir unas líneas para explicar los rasgos más destacados e interesantes de cada una de estas efemérides, pero nada... Una y otra vez la pereza se apoderaba de mí a la que empezaba a escribir una nueva entrada en mi blog. Cansancio, falta de ideas, falta de concentración, procastinación... Ah, ahora sé que todo eso tiene un nombre: fatiga pandémica. 

Darse un tiempo de descanso nos permite recomponernos

No sólo ha sido la fatiga pandémica, sino que este encierro de algún modo "virtualizó" nuestras vidas. Y por mucho que te guste el ordenador - para mí es casi como un apéndice de mis brazos- acabas sintiéndote agotado de la pantalla y de cualquier dispositivo electrónico que se precie. Sé que más de uno/a se sentirá identificado con lo que digo...  Así que me permití parar y desconectar. ¡Si no sale, no sale! Mejor tomarse la procastinación del "ya lo haré" a conciencia y tomarse unos cuantos días o semanas de semi vacaciones. No, no soy de las que he ido a una isla paradísíaca a desconectar... Para mí basta con racionar el ordenador durante un tiempo que considero necesario. Leer otras cosas, por ejemplo libros o revistas. Ir al cine. Salir a pasear. Mirar las estrellas, esas de las que hablo tanto, pero en el cielo y lejos de la ciudad. Esas estrellas son las que más me gustan, sin desmerecer a las que hay en los libros de efemérides, pero el espectáculo natural de las estrellas en el cielo es incomparable. Y además, en mi caso, es regenerador. Cuando las miro, me acuerdo de los griegos, de los romanos, de los babilonios y de todas esas culturas que nos precedieron que no tenían televisión y mirando las estrellas acababan imaginando figuras e historias fantásticas que dieron origen a los mitos que hoy conocemos. Para mí, mirar las estrellas a ojo desnudo es como regresar a casa de mi abuela y tumbarme en la hierba para ver el cielo estrellado con mi familia, como hacíamos tantas noches cuando era pequeña.  Y con suerte, a veces, coincide que pasa una estrella fugaz. 

Así que la realidad es esta: pasé el eclipse solar, la luna llena y el solsticio de verano contemplando las estrellas en lugar de escribir sobre ellas. Es otra manera de conexión, una conexión contemplativa, pues de eso trata también la astrología. No hay que olvidarlo. 


Y en fin, ¿de qué se trata la fatiga pandémica? 

La OMS (Organización Mundial de la Salud) denominó "fatiga pandémica" al cansancio gradual derivado de las medidas restrictivas impuestas por el estado de alarma debido a la pandemia del COVID-19. Se trata de una respuesta en forma de estrés debido a causas multifactoriales, en la que están implicadas un conjunto diverso de "emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo”. Si te sientes identificado/a, no hay que alarmarse, pues es una respuesta normal a la serie de medidas y restricciones alargadas en el tiempo que hemos debido atravesar. Eso, sumado a la virtualización del trabajo y las relaciones. Sí, las pantallas cansan. La incertidumbre sostenida, también. 



No sólo se trata del "ya lo haré" por el cansancio, la falta de foco y de creatividad, además hay otras repercusiones como insomnio, falta de memoria, incluso desorientación. La desgana y desmotivación son una consecuencia lógica de pasar un año con poco que contar - porque novedades, las justas- y con temas de conversación que han estado girando siempre alrededor de la pandemia. Es decir, monotema. El cambio de hábitos y el miedo a enfermar o a que enfermen nuestros seres queridos nos ha colocado en un estado de alerta constante que agota a fuerza de prolongarse en el tiempo. Así, hemos pasado por la gama de emociones negativas, esas que siempre intentamos alejar a toda costa: aburrimiento, desgana, irritación, tristeza, ansiedad... Es una secuela, la emocional, con la que hemos de lidiar y en la que debemos trabajar aunque la situación que la ha provocado finalice. Por no hablar de quienes además tienen motivos para estar así, porque esta situación haya afectado su trabajo, salud o relaciones. 

Entenderéis que no me haya centrado tanto en el eclipse o en esta preciosa luna llena de San Juan, y haya preferido apagar el ordenador por unos días para caminar bajo el sol y mirar las estrellas. 

Os lo recomiendo y, a poder ser, no lo dejéis para mañana... 😊⭐



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